
No quiero hablar del partido del miércoles. Creo que una cosa importante en la vida es reconocer las limitaciones de un@ mism@, y no me creo capaz de competir con el querido donbeno73 dando una crónica de lo acontecido. Y los juiciosos blogueros ya han exprimido el tema lo suficiente, acronimos incluidos. Así que me dedicaré a otras divagaciones.
Si quiero expresar el sentimiento que me embargó al ver a los chicos del Granollers: ENVIDIA... sana, conste, de la que te gustaría estar en su pellejo, parecerme a ti, tener la suerte de haber caído ahí; no de la de "ojala te parta un rayo" que tanto se lleva.
Envidia de ver a los chavales de Granollers partirse la cara con la camiseta de su equipo, el de su ciudad, el de toda la vida, pero con la galletita de ASOBAL en el pecho. Unos cuantos, que todos sabemos que no puede ser, que con la de batallas que llevamos a cuestas no somos ilusos, soñadores si porque soñarlo es el primer paso, pero no ilusos. Solo un filtro... si es igual que lo nuestro no nos vale, busquemos lo que nos mejore, lo que nos haga más fuertes. Busquémoslos ya desde jovencitos, con ganas de comerse el mundo, y cuando maduren serán uno más de los nuestros, con el sello de la denominación de origen.
También el entrenador. Y su amigo de escudero. Curtidos en mil batallas frente a frente por esos campos catalanes, donde seguro se ganaron el respeto el uno al otro. Soñando desde que comenzaron a dirigir niños que un día estarían ahí. Hasta que alguien les puso, hasta que el ciclo del tiempo, de la cantera, les dio la oportunidad. Total, supongo que será igual de fácil o de difícil que un sueco se haga entender por muchachotes del Vallés, que poner a un vallesano a dirigir suecos. Manejando la tarjetita verde, la famosa, la vara de mando del equipo. Aunque el miércoles les faltara tener otra al final. Aunque se equivoquen a veces, como todos.
Y en el palco el cerebro de todo ello. Como dijo alguien que lo conoce bien, sentado como un buda, impasible en apariencia, pero seguro que satisfecho cuando las cosas les pintaban bien y reconcomiéndose por dentro al final. Pero sabedor de que es la línea a seguir, su línea.
CANTERA, bonita palabra con la que llenarse la boca, con la que guardar las apariencias, con la que vender ilusión, con la que fomentar sentimiento, con la que defender Los Sitios cuando la cosa se pone chunga y no están los de fuera para salvarnos.
Un seguro de vida, de sacar pecho en los buenos tiempos y de sobrevivir en los malos.
La mejor inversión, o eso piensan estos del Vallés... y no les ha ido mal los últimos tropecientos años, en su ASOBAL, por derecho propio y con el respeto de todos.
