Bueno, pues aquí me presento. Esta gente de la Artillería me ha pedido que escriba algo. Conste que soy plato de segunda mano, ya que parece que no han podido convencer a mi primo el del clero. Pero en fin, como aquel dice siempre, tiraremos de humildad y no se lo tomaré en consideración. Eso si, espero que me eche una manita con el marrón que me ha caido, que a fin de cuentas yo no "he empatado con nadie" como diría mi tio-abuelo, pero el del clero... ¡que les voy a contar!...
Así que allá van los primeros cañonazos que suelto desde aquellos gloriosos Sitios de Zaragoza: siguiendo el dicho lo resumiria en dos palabras, pero creo que se merecen por lo menos cinco: IM-PRE-SIO-NAN-TE lo de la Peña y el currele de los currantes... y sobre todo el aguante de las que los aguantan, que esas si son auténticas Artilleras.
El ambiente del Pabellón "chapeau" que dirían los gabachos; lo único que se me ocurre sugerir (por decir algo) es la ubicación, que hay mucho madurito que no está ya para eso de detrás de la portería. Dejen a los chavalotes esos tan majos que bailaban, y si acaso que baje a marcarles el paso su jefe, que bien se marco unos bailecitos por la noche.
De lo que aún no me he repuesto es de la peazo fiesta nocturna... ¡OXIGENO es lo que me faltaba!, porque que quieren que les diga: a algunos de mis contertulios les molarán las compatriotas de Vatne, pero es que estos chicos ganan mucho vestidos de pasarela.
Por allí andaba la nobleza mezclada con el vulgo y no como antaño, tan simpáticos y guapetones ellos. El general en jefe el primero en dejarse ver, y detrás la tropa con el capitán al frente dando ejemplo de humildad y elegancia. Además de sus respectivas... ¡afortunadas ellas!, a ver si me los cuidáis.
Eso si, se echo de menos al estratega, comandante en jefe; seguro que alguno de los contertulios del club de fans que tiene por aquí, habrían estado encantados de intercambiar pareceres. Se imaginan... si el JB fija a la HEINEKEN y el VODKA se cruza por detrás... y pedimos tiempo muerto con el posavasos... ¡como habrían disfrutado recreando las batallas! y seguro que habrían tratado de comprenderse mutuamente.
¡La soledad del entrenador!, los personajes más incomprendidos de este mundillo (ya se que están pensando también en los Sres-Sras colegiad@s, pero a mi no me parecen incomprendidos, sino incompresibles, cuestión de gustos). Pero esto de la soledad es tema para tratar con calma.
Hasta la próxima, que me toca pegar unos cañonazos, no se me rebelen otra vez los gabachos.
miércoles, 29 de octubre de 2008
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